

Gaceta de La Solana
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Nuestra Historia
que normalmente acompañan a gran parte de las ‘nubes’ veranie-
gas, o a otras secas pero con truenos y relámpagos, era habitual
la presencia de una de las hermanas en la puerta de su casa con
un particular método para intentar emular a Santa Bárbara y así
proteger contra la tormenta. Algo tan sencillo como una cam-
panilla en la mano, similar a la que utilizan los monaguillos en
las iglesias, servían a Marta o a María para alejar el peligro que
acechaba. O al menos intentarlo.
No recordamos que hubiera otro tipo de oraciones, al me-
nos no se las escuchábamos. Pero durante determinado tiem-
po el sonido de la pequeña campana no se dejaba de oír en la
puerta de aquel domicilio que, por lógica, llamaba la atención
de los niños del vecindario que acudíamos presurosos a escu-
char el recital cuando el cielo amenazaba tormenta.
COHETES CONTRA EL GRANIZO
Fue por aquellos años sesenta, que los historiadores deno-
minan del
desarrollismo
, cuando los propietarios agrícolas
más pudientes comenzaron a utilizar el lanzamiento de co-
hetes cuando el horizonte amenazaba con una tormenta que
podía descargar granizo sobre sus propiedades. Así lo escu-
chábamos en las conversaciones cuando llegaba el verano
y con él las temidas ‘nubes’. Sin embargo, no todos podían
hacer uso de esa pirotecnia que –decían- desviaba los efectos
del granizo a otros parajes. Una práctica que años después
fue prohibida.
Entre los muchos datos que se pueden encontrar en la pren-
sa sobre las tormentas, uno del diario Lanza de primeros de
septiembre de 1969 habla del fuerte pedrisco que afectó a las
viñas en la zona denominada
“Casa de Cañadas”
, en la ca-
rretera de La Solana a Valdepeñas.
LA GRANIZADA DE 1985
Avanzando en el tiempo, la noche del 31 de mayo al 1 de ju-
nio de 1985, segundo año en el que Castilla-La Mancha cele-
bró su fiesta autonómica -en Guadalajara- el término munici-
pal de La Solana y otros circundantes se vieron azotados por
una tremenda granizada. No sólo afectó a los cultivos, sino
que hubo que lamentar grandes desperfectos en edificios, so-
bre todo en numerosas persianas de muchos domicilios, que
recibieron los impactos de enormes piedras, agujereadas por
sus efectos.
Otra fuerte tormenta que afectó a muchos viñedos asoló
la comarca a finales de septiembre de 1986, cuando muchas
cepas estaban a punto de ser recolectadas. Incluso hubo gran-
des desperfectos en cultivos no muy de la tierra como los
manzanos de la finca ‘Casa de La Mata’, en la carretera de La
Solana a Valdepeñas.
30 LITROS EN 15 MINUTOS
El 27 de agosto de 2002 otra fuerte tormenta dejó 20 litros
de agua en 25 minutos, afectando a numerosos barrios de la
localidad, aunque mucho más intensa fue la que llegó en oto-
ño dos años después. Fue en el otoño del año 2004, la mañana
del 21 de octubre, cuando una súbita tormenta descargó 30
litros en un cuarto de hora. Provocó numerosas inundaciones
en diferentes zonas de la población, teniendo que intervenir
los bomberos en muchos domicilios. La intensa lluvia vino
acompañada por un fuerte aparato eléctrico, entre las 7.50
y las 8.05 de la mañana, levantando tapas de alcantarillado,
muchas arrastradas, así como contenedores de basura, sobre
todo en la zona de La Veguilla. Incluso en la zona de la Aveni-
da del Deporte, cerca del complejo deportivo de La Moheda,
un vehículo se paró al haber alcanzado las aguas los 70 cen-
tímetros de altura. Sus ocupantes tuvieron que ser rescatados
por personal del Ayuntamiento.
Otras zonas históricamente sensibles a fuertes aguaceros,
como las calles Barro, Ayuntamiento Viejo o Luis Braille, en-
tre otras, se vieron muy afectadas. Algunos contenedores y
señales de tráfico fueron a parar a las zanjas que se estaban
abriendo por esas fechas, precisamente para colocar un co-
lector o aliviadero del agua, a fin de minimizar ese problema
cíclico.
“PENSÉ QUE HABÍA CAÍDO UNA BOMBA”
Así describía Ramona Romero de Ávila Guerrero, de 71
años, lo ocurrido en su domicilio el viernes 2 de septiembre
de 2011. Con ese titular se publicó en el número 230 de esta
revista la información que elaboró Aurelio Maroto. La mujer
charlaba con dos amigas y la hija de una de ellas sobre las 6
de la tarde cuando una luz poderosa acompañada por un rui-
do sordo iluminó la habitación. Ramona exclamó:
“¡No veo,
donde estáis!”
Al poco tiempo recuperó la visión, pero la casa
había sido arrasada por un rayo.
“La chispa se pudo sentir en todo el pueblo, pero cayó en
la calle Águila 40, el domicilio de Ramona, donde pensa-
ron que había caído una bomba, haciendo estragos en la
totalidad de la instalación eléctrica destruida, las cajas de
registro quemadas y los electrodomésticos listos para el des-
guace”.
La ‘chispa’ rompió cristales, lastimó muebles, partió
tuberías y agujereó –literalmente- trozos de pared.
En otros casos, de los que hay constancia, no hubo tanta
suerte y hubo personas fallecidas por los efectos devastado-
res de ese fenómeno de la naturaleza que son las tormentas,
sobre todo las primaverales y veraniegas. Conviene estar
siempre alerta ante las sorpresas que de vez en cuando nos
trae la madre naturaleza. Y las tormentas siempre vuelven.
Cielo amenazante en una tarde de verano