

Gaceta de La Solana
6
Reportaje
M
ari
C
armen
G
arcía
-A
badillo
S
i hiciésemos una encuesta con-
sultando cuál es el símbolo más
representativo de La Solana,
posiblemente habría unanimidad. La
parroquia de Santa Catalina, con su
majestuosa torre, tendría todas las de
ganar. Es un icono no solo espiritual,
sino también propagandístico de nues-
tro pueblo, y necesitaba protección. Por
ello ha permanecido cerrado los meses
de mayo y junio.
Al anunciar las reformas que debían
acometerse, el rostro del párroco, Ben-
jamín Rey, denotaba preocupación. No
era para menos. Los técnicos habían
diagnosticado el estado del templo y
habían concluido que debían realizarse
reformas profundas en la estructura.
Comenzar no fue fácil. Tras muchas
discrepancias entre los propios profe-
sionales a la hora de localizar las raíces
del problema, se llegó a una conclusión.
“La Iglesia se nos caía a trozos”. Se refi-
ere a los más de 200 puntales que tenían
que sujetar el tejado, al desplazamiento
que se estaba produciendo en los muros
de la parte de la lonja o al sobrepeso que
sufrían los contrafuertes de las capillas.
El 1 de julio, finiquitadas casi por
completo las reparaciones, la iglesia se
reabría al culto. “No se han dado palos
de ciego, hemos hecho lo que se debía
hacer, pero siempre hay algo de miedo”.
Miedo que se acentuó sobre todo en in-
vierno, en los días de lluvia y algunos
de nieve con la techumbre se encontra-
ba completamente descubierta, sin más
tapadera que unos plásticos. Un invier-
no poco lluvioso ha sido de gran ayuda,
aunque suene contraproducente.
Los resultados a simple vista son los
que la gente valora, pero el 80 por cien-
to del trabajo es invisible. La mejora no
ha consistido sólo en la desaparición de
las grietas de las capillas, la pintura, la
iluminación o la carpintería. Los cam-
bios faraónicos residen en la seguridad
de la estructura. El aspecto puede resul-
tar bello, con un suelo tan pulido y bril-
lante que hasta da ‘pena’ pisarlo y una
apariencia en general reluciente. Pero
urgía más una belleza duradera, que
aportase la suficiente confianza para un
lugar de fe abierto al público.
Las grietas se han tapiado en profun-
didad, se han saneado humedades, re-
hecho paredes, muros y contrafuertes
que se estaban desplomando. Se han
cambiado las cubiertas y las tejas de las
capillas laterales, muy deterioradas. Las
bóvedas se estaban desmembrando y ha
habido que ligarlas con una armadura.
En la torre entraba mucha agua cuando
llovía y se ha recrecido la estructura de
la parte superior de su última bóveda
para erradicar el problema.
La nueva Santa Catalina,
redescubierta y segura
>
El emblema local reabre tras una importante mejora cosmética y estructural
Panorámica desde la trasera del templo