Reportaje
‘Llevo muy a honra ser de pueblo’
La Solana dio la bienvenida al primer obispo de su historia
Santos Montoya, feliz en su primera misa en La Solana
E
P
AULINO
S
ÁNCHEZ
moción y agradecimiento fueron
dos palabras muy presentes en
el solemne acto de ordenación
de Santos Montoya Torres como obis-
po auxiliar de Madrid, el pasado 17 de
febrero en la catedral de La Almudena.
El primer prelado solanero de la histo-
ria recibía el báculo que portará, regalo
de la parroquia de Santa Catalina, en la
que fue bautizado, durante una larga ce-
remonia en la que fue ordenado junto a
otros dos nuevos obispos auxiliares de
la capital por el Cardenal Arzobispo de
Madrid, Carlos Osoro.
Decimos emoción porque el nuevo obis-
po se emocionó cuando recibió a una
embajada de más de cien solaneros que
quisieron unirse a esta histórica cere-
monia de consagración y el párroco de
Santa Catalina, Benjamín Rey, le entregó
el báculo en el propio palacio arzobispal.
Un báculo hecho con madera de olivo
de la tierra y confeccionado por varias
personas, incluso una parte es de un oli-
var de su padre, Bernardo Montoya. La
llave de la caja porta su lema episcopal,
en un lado de esa caja su escudo y en el
otro la Cruz de Santiago como signo de
identidad de su tierra solanera. Entre los
testigos presenciales se encontraba el al-
calde de La Solana, Luis Díaz Cacho. Al
recibir el presente, Santos Montoya, vi-
siblemente emocionado, exclamó: “llevo
muy a honra ser de pueblo”.
Posteriormente, los solaneros despla-
zados y otros muchos que viven en
Madrid asistieron en La Almudena a
la misa de consagración de los nuevos
obispos, que contó con la concelebra-
ción de 44 obispos y cardenales, así
como sacerdotes, entre ellos el párroco
de Santa Catalina.
Primera misa en La Solana
Santos Montoya tardó apenas una se-
mana, ocho días exactamente, en oÿciar
su primera misa en La Solana como
nuevo obispo. Lo hizo, cómo no, en la
parroquia de Santa Catalina, donde fue
bautizado y donde recibió su prime-
ra comunión. Recordó que una de las
peticiones que hizo ese día a Dios fue
“que no me separe de ti”, algo que tie-
ne siempre muy presente. El templo se
llenó completamente de ÿeles para tan
especial misa dominical y contó en las
primeras ÿlas con los padres del pre-
lado, Bernardo y María Manuela, así
como sus hermanos y un nutrido grupo
de familiares y amigos.
La función religiosa estuvo concelebra-
da por el párroco anÿtrión, Benjamín
Rey y por su homólogo de Membrilla,
Raúl López de Toro.
Su nueva labor pastoral
En una entrevista concedida a la prensa
local, Santos Montoya dejó claro que,
aunque todavía no le han asignado la
labor a desarrollar, es mucho el trabajo
que le espera en una diócesis tan gran-
de como la madrileña. Pero se muestra
preparado y decidido a trabajar duro
para estar a la altura de su alta responsa-
Gaceta de La Solana
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