Gaceta de La Solana
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La fuerza de la tradición
A
urelio
M
aroto
L
a ida y venida de la Virgen de Pe-
ñarroya está llena de tradiciones
que se llevan a rajatabla. Algunas
se hunden en los siglos y permanecen
intactas o con pocas variaciones. Y gran
parte de ellas ni siquiera son conocidas
por el gran público. Traemos a este nú-
mero de GACETA dos de esas tradicio-
nes, tan típicas en las procesiones de la
Patrona.
Una es la compañía de alabarderos.
Son los guardaespaldas de la imagen.
Ya aparecen en las ordenanzas de la
cofradía de 1757. Una especie de mili-
cia popular, armada con alabardas, un
arma medieval parecida a una lanza.
Nació para proteger a la Virgen en
sus traslados desde el Castillo, a fin
de salvaguardarla de posibles saltea-
dores. Estaban dirigidos por un ca-
pitán, figura que aún se mantiene. La
diferencia, hoy, es que el Capitán de la
Virgen rota cada año. Los alabarderos
pueden continuar los años que deseen
mientras sean hermanos de la cofra-
día.
Y otra es el baile de las banderas, tam-
bién exclusivo de los desfiles procesio-
nales en enero y septiembre. Tienen su
origen en una promesa a raíz de que
un hombre cayera en una noria y fue-
ra rescatado. La tradición data del siglo
XIX. Las conocidas familias de los
ca-
rambicos
y los
abadillos
ofrecen el bello
y colorista espectáculo de las banderas,
que pasan de generación en generación.
Tiene mérito controlar la técnica y es
curioso ver cómo las banderas rozan a
menudo a los espectadores, sobre todo
en calles estrechas.
Son muchas las costumbres convertidas en leyes, algunas no escritas,
que rodean a la ida y venida de la Virgen de Peñarroya
Banderas al paso de la Patrona
Alabarderos durante la procesión
Una intensa Semana de
Exaltación
La Semana de Exaltación tuvo
de todo un poco. Hubo cultu-
ra con una interesante charla de
la argamasillera Pilar Serrano.
Hubo folklore con el festival de
la Agrupación ‘Rosa del Azafrán’.
Hubo solidaridad con la caravana
blanca de enfermos e impedidos.
Hubo fiesta con los concursos
gastronómicos y el concierto de El
Koala en la plaza. Y, por supues-
to, hubo devoción con el traslado
de la imagen al altar de la plaza de
toros. Todo concluyó con la pól-
vora del sábado y el Ofrecimiento
dominical.