Gaceta de La Solana
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Ha sido noticia
El comentado árbol de Navidad en la plaza.
Una niña mira complaciente al rey Gaspar.
El debate agigantó
el
pequeño árbol
A
urelio
M
aroto
D
esde luego, nunca
un árbol de Navidad
dio tanto de sí, sobre
todo teniendo en cuenta su
reducido tamaño. Para bien o
para mal, fue la comidilla de
los solaneros durante las pa-
sadas pascuas. Un debate que
se extendió a tertulias de ba-
res y redes sociales, cada cual
con más o menos virulencia
en sus críticas, o en sus defen-
sas. Pero fue curioso cómo un
simple abeto de pega provocó
tanto revuelo. Curioso y tal
vez pueril, según se mire, te-
niendo en cuenta los proble-
mas reales, no estéticos, que
nos acechan.
Pero el ya famoso árbol
dejó estela. Festejos decidió
colocarlo en mitad de la pla-
za, un lugar quizás demasia-
do grande para un ornamen-
to tan “pequeño”. “Ha sido
uno de los árboles más retra-
tados de España” –declaró
el concejal, Luis Romero, en
su defensa-. Desde luego, no
se quedó corto. Pero habló
de razones económicas. Pre-
guntaron por uno que cos-
taba 7.500 euros. Al final, se
optó por este, que valió 450.
Sea como sea, es muy posi-
ble que tanto revuelo convir-
tiera el “pequeño” árbol en el
“gran” árbol. Más pequeño
era Torrebruno y miren dón-
de llegó.*
La mirada de los Reyes
Y
montaron sus tro-
nos frente al ár-
bol de la plaza, el
mismo que ha sido objeto
de tantos comentarios. Sus
Majestades de Oriente, aje-
nos a cualquier polémica,
depositaron sus reales posa-
deras allí, dispuestos a sentar
sobre sus regazos a los niños
y niñas de La Solana. Éstos, a
caballo entre la emoción y la
sorpresa, miraban con ojos
de plato el rostro de Mel-
chor, Gaspar y Baltasar. En
los días previos, una cartera
real había recibido cientos
de cartas en la biblioteca
municipal.
El encuentro de los chi-
quillos con los viejos Ma-
gos llegados de Oriente
fue el epílogo a la cabal-
gata de Reyes. Un desfile
lleno de colorido gracias al
apoyo de las asociaciones,
en estrecha colaboración
con Festejos. Una docena
de carrozas acompañaron
el regio cortejo, siempre
entre una multitud agol-
pada en las aceras. Los
caramelos llovieron por
doquier y los chiquillos, y
también muchos adultos,
se afanaban en recogerlos.
Algunos como si no hu-
biera mañana. Es la tradi-
ción. La Real tradición.*