Gaceta de La Solana
10
El Tema
¿Supongo que sabrán quién es Nadal,
o Iniesta, o Fernando Alonso, no?
Conocen sobre todo a nuestros futbo-
listas. En Bremen, al menos, gusta más
el Barça que el Real Madrid, pero no sa-
bría decirte por qué.
¿Y por qué les gusta tanto venir a
España, aparte de por nuestro sol?
Por las horas de luz, que aquí se ven-
den caras. Y sobre todo por nuestra
gastronomía. Los alemanes reconocen
que como se come en España, en po-
cos sitios. También destacan nuestra
amabilidad y algo más que me resulta
curioso. Dicen que tenemos una forma
de hablar muy ‘sexy’ (risas).
Háblanos de tu trabajo ¿cuál es tu
misión exacta en el ensamblaje del
Airbus A400M?
Actualmente estoy trabajando en la lí-
nea de ensamblaje final. Mi trabajo con-
siste en finalizar los trabajos eléctricos
en el avión, instalar cableados eléctricos
y de fibra óptica, así como el sistema de
comunicaciones o las cajas negras, entre
otros. Trabajo como técnico en sistemas
de aviónica, o como decimos nosotros,
aviónico.
¿Qué papel juega España en este
proyecto y en la EADS?
En el A400M un papel crucial, ya
que la parte más importante del pro-
ceso, el ensamblaje del avión, se hace
en Sevilla. Allí llegan las diferentes
partes (fuselaje, alas, cola, cabina) y
se unen formando el avión completo.
España tiene una muy buena reputa-
ción y hace un trabajo excelente en
este gran conglomerado que es Air-
bus. No hay más que ver las noticias
relacionadas con el sector y darse
cuenta de que las factorías españolas
están en constante crecimiento, y eso
sólo dice una cosa: España juega un
papel clave en la aeronáutica europea.
¿Sientes que estás haciendo lo que
deseas? ¿Te sientes valorado?
Me siento cómodo con lo que hago
nivel laboral y también en lo perso-
nal. Me gusta mi trabajo, y además
tengo tiempo para estar con mi fami-
lia y disfrutar de mi hija. ¿Valorado?
Claro que sí, pero igual que en mis
anteriores trabajos en España. Lo que
pasa es que allí los contratos se aca-
ban, entran en juego las políticas de
contratación y cuando te das cuenta
estás en la cola del paro. En este as-
pecto me considero un hombre con
suerte.
Ahora, hablemos de tu entorno ¿Qué
tal se ha adaptado tu familia?
Mejor y más rápido que yo. Mi mujer
ya conduce por Bremen como si fue-
ra La Solana (es gracioso escuchar al
GPS decir los nombres impronuncia-
bles de las calles…), se reúne con gru-
pos de mamás españolas varias veces
por semana, visita los museos y hace
un montón de actividades con nuestra
hija. Ya se conoce todos los Spieltplazt
(zonas de juegos para niños), va a la
biblioteca, estudia alemán, y además
trabaja. Es una todoterreno y la en-
vidio. La pequeña Emma (por cierto,
nombre alemán) es quien mejor se lo
pasa. Va a una guardería bilingüe y
con el ritmo que lleva sabrá alemán
más rápido y mejor que nosotros.
Supongo que el asunto del clima
será fastidiado ¿no?
Lo es. Pocas horas de luz, cielos gri-
ses, frío y lluvia prácticamente todos
los días. Pero te acostumbras y acabas
haciendo tu vida. La gente sale a co-
rrer, va en bici y los niños juegan en
la calle. Al principio me chocó mu-
cho, pero después de un tiempo lo
entiendes perfectamente. Si quieres
hacer algo, lo haces. Como esperes a
que haga bueno, vas listo.
Gabriel ¿qué echas de menos de
España?
Muchas cosas. Por ejemplo esas ho-
ras de luz, porque en esta época a las
cuatro de la tarde ya es casi de noche
en Bremen. O la comida. Lo dicen los
alemanes y también yo ¡Como en Es-
paña no se come en ningún sitio! Y,
cómo no, echo de menos caminar por
la calle y escuchar a la gente hablando
español. Aunque parezca una tonte-
ría, cuando volvemos de vacaciones
se me hace incluso raro (más risas).
¿Y qué añoras de La Solana?
Está claro. Mi familia, mi casa, mis
amigos, todo nuestro entorno y nues-
tra gente. Podría decirte mil cosas
más, porque cuando estás fuera de tu
casa, de tu tierra, es cuando te acuer-
das y valoras más lo que tenías. Su-
pongo que es inevitable.
Dime una cosa ¿Te has marchado
con billete de vuelta o no descartas
echar raíces allí?
Por el momento no tenemos billete
de vuelta. Tenemos decidido que, de
momento, mientras tengamos trabajo
seguiremos aquí. Es una oportunidad
laboral y personal muy buena para mi
mujer y para mí. Y también Emma,
que tiene dos añitos y está en el me-
jor momento para crecer entre varios
idiomas ¡Y aprenderlos jugando!
Emma, con dos años, hablará alemán perfectamente.