Gaceta de La Solana
Colaboraciones
Un garbeo por los apellidos de La Solana(I)
Por Jesús Velacoracho Briones
E
l seguimiento camine
ro de la trashumancia
pre-romana y la ruta tra
zada por el “Transitus ex Beroni
bus” o Camino de los Berones a
su paso por el Campo de Montiel
me condujo a buscar los topóni
mos o gentilicios vasco-ibéricos
encriptados en los apellidos so-
laneros. Se trataría de releer la
huella dejada del a ncamiento
y paso de los ancestrales mora
dores y posteriores repobladores
del territorio. Indagué, sistemati
cé y dividí el repertorio de apelli
dos de La Solana en compuestos;
toponímicos -con algunos genti
licios-; patronímicos; apelativos
o nominales; descriptivos; de to
ponimia menor y generalista; de
cargos, o cios y parentescos; de
plantas y animales; con el añadi
do de algunas rarezas cognomi
nales que componen el padrón.
Vaya por delante que el ape
llido documentado con mayor
antigüedad de nuestro pueblo
corresponde al “vezino Johan
Gallego”, datado en 1330. Espe
raba una fecha de mayor cala
do cronológico y una más clara
expectativa fundacional para el
devenir histórico de nuestro pue
blo, acorde con la estela popular
de Antonio Romero Velasco. La
vigente documentación y el rigor
cientí co de F. J. Escudero Buen-
día han puesto las cosas en su si
tio, y hasta más investigar habrá
que conformarse con lo que hay.
Mientras, os propongo un gar
beo por la curiosa intrahistoria
de nuestros apellidos.
Hasta alcanzar la
jación
actual, obtenida en 1870 por la
obligatoriedad de inscripción
Casa de la Encomienda
de nacimientos, matrimonios
y defunciones en el registro
civil, los apellidos hispánicos
siguieron un anárquico y opaco
camino. Fue en los siglos X, XI
y XII en los primitivos reinos
de Navarra, León y Castilla,
donde –primero por la nobleza
y después por el común de
la población- se sustituyó la
última vocal de la denominación
parental, añadiéndole el e caz
su jo –ez, -iz, o –z, que jaba
así un rudimentario sistema
patronímico. Ejemplo:
Rodrigo
,
hijo de Sancho:
Rodrigo
Sánchez
.
Son
apelativos
patronímicos de antiguo registro
y presencia actual:
Díaz
-de
Diego.
Fernández
-de Fernando.
García
-Ídem.
Gil
-Ídem.
Giménez
- de Gimeno.
Gómez
-
de Gome.
González
-de Gonzalo.
Jiménez
-de Jimeno.
López
de Lope.
Márquez
-de Marcos.
Ortiz
-de Ortín.
Pérez
-de Pero.
Rodríguez
-de Rodrigo.
Ruiz
-de
Ruy.
Sánchez-
de Sancho.
Nacieron así los añadidos que
actuaban sobre los patronímicos.
Así, los muy solaneros
Díaz
de los Bernardos
,
López del
Castillo
,
Martín de las Mulas
,
o
García de Mora
, y
Romero
de Ávila
etc., se diferencian de
sus apelativos generalistas por
el añadido cali cador, “de”, “del”,
“de la”, “de los” y “de las”. Una
sencilla fórmula hereditaria
que en La Mancha y Campo
de Montiel resultó exitosa y
aceptada en extremo. No sería
ajena a esta circunstancia el que
fueran la pequeña nobleza local
y los hidalgos –para trasmisión
de herencias y en sus actas
notariales- los que incorporasen
primero este sistema, que
aparentaba una mayor dignidad
y condición, con el tiempo
copiado por el pueblo llano.
A nales del siglo XV y todo
el XVI –con Cisneros en 1501, y
sobre todo con Felipe II en 1564
tras las aplicaciones obligatorias
del Concilio de Trento- se sugirió
añadir el apellido materno
pospuesto al paterno, y los
linajes nobles en los conciertos
de
matrimonio
tuvieran
similares méritos o equilibrada
importancia económica. Las
familias poderosas arbitraron
una fórmula de doble pareado
cognominal copiada por los
hidalgos y nobleza menor; y con
el tiempo por el pueblo llano.
Ejemplo: Gonzalo
Fernández
de Córdoba
y
Enríquez de
Aguilar
, que trasladado a un
contemporáneo solanero -con
ganas de aparentar- pudiera
haber sido: Alonso
López del
Castillo
y
Serrano de la Cruz
.
(CONTINUARÁ)
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