GACETA DE LA SOLANA 309

Gaceta de La Solana 64 Colaboraciones hemos podido disfrutar de los paisajes ruandeses, espectaculares gracias a la gran abundancia de vida y agua. El lago Kivu, con 89 km de longitud, varios parques natura- les ricos en vegetación y animales exóticos, además del propio paisaje montañoso que conforma la geografía ruandesa, hacen de Ruanda un país para visitar y disfrutar. Nuestro viaje ha supuesto estar en con- tinuo movimiento para conocer una cultura y realidad amplia. En apenas un mes, los ruandeses nos han abierto su corazón, dán- donos a conocer sus diferentes tradiciones y formas de hacer. Y hemos descubierto un pueblo tranquilo, trabajador, hospitala- rio, sencillo, alegre, respetuoso, generoso y con una esperanza en la vida fuera de lo común. Nosotras hemos puesto nuestro granito de arena, pero no para cambiarle la vida a nadie, simplemente hemos hecho lo que haríamos con un hermano o herma- na: aliviar alguna necesidad comprando azadas, harina o regalando medallas de la Virgen Milagrosa. No hay que olvidar que Ruanda es un país muy creyente, donde la mayoría se confiesan católicos. El idioma ha sido una dificultad, pero cuando tienes ganas de dar cariño y de recibirlo se encuentran los cauces, y la música nos ha abierto muchas puertas, bailando juntos las canciones del país, así como nuestra “Macarena”, que ha sonado a lo largo de toda la Diócesis. Conocer Ruanda ha supuesto afrontar miedos y estereotipos sobre el continente africano. Con sorpresa, hemos descubierto un país hermoso y tranquilo, donde la mu- jer es el pilar básico de la sociedad. Madre, esposa, hija, abuela… siempre luchadora y en muchas ocasiones sufridora, pero que no duda en levantarse temprano para labrar las tierras que ayudarán a subsistir a toda la familia. Asimismo, hemos reco- nocido a Dios en medio de una naturaleza salvaje y fascinante, entre las sonrisas de los niños, los abrazos de las personas que hemos conocido y los cantos y bailes de los coros. Y con esta experiencia, solo una palabra se hace eco en cada una de noso- tras: GRACIAS. Gracias a D. Feliciano y a la invitación que nos hizo para conocer y visitar su país, su parroquia e incluso su casa familiar. Nunca estaremos lo suficientemente agra- decidas a su atención para encontrarnos bien en todo momento y a no sentirnos extranjeras en un país tan diferente al nuestro, organizando cada actividad con esmero y dedicación, traduciéndonos y mostrándonos la realidad más profunda de su país. Gracias a él hemos podido construir una pequeña comunidad, porque realmente hemos sido un equipo, un buen equipo, que hemos estado siempre jun- tos, disfrutando con todo lo que hacíamos, compartiendo momentos inolvidables, además de muchas risas. Y para terminar, transcribimos el estri- billo de una canción ruandesa que ha sido la banda sonora de nuestro caminar por el país. Una canción que recoge el sentir de esta experiencia misionera: “Mana idukundabyahebuye, Shimirwai- bitangazaudukorera. Ayamajwi yacu nakunyuremubyeyiuturinze, Tugutaramiye- tuguteteraMubyeyiutaduhana”. (Dios que nos ama tanto, sigue hacien- do maravillas en nuestra vida. Que estas voces te agraden. Te alabamos y te ben- decimos. Padre, nunca nos abandones) María Jesús, Dori, Ana Belén y D. Feliciano En la parroquia de Birambo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NTEwODM=