GACETA DE LA SOLANA 309
Gaceta de La Solana 32 Opinión A unque lapolítica emerge en las so- ciedades contemporáneas como una herramienta clave para la gestión del conflicto político, su función se ve amenazada cuando la polarización política convierte las discrepancias ideo- lógicas en trincheras irreconciliables. Si bien la pluralidad es parte esencial de una democracia saludable, cuando la diferen- cia de ideas se transforma en una animo- sidad visceral, la calidad de la democracia se erosiona. Cuando las ideas dejan de debatirse y los adversarios políticos son percibidos no sólo como enemigos, sino como indignos de ejercer labores de re- presentativas, el germen democrático co- mienza a desvanecerse. La polarización política expresa el gra- do en que los partidos se parecen en las principales líneas de división ideológica, siendo la de izquierda-derecha la más importante. Cuanto mayor es la distancia que separa las posiciones de los partidos, mayor es el nivel de polarización. Los nuevos espacios de interacción política como las redes sociales, por ejemplo, han alterado profundamente la forma en que nos relacionamos con la información y con los demás, creando las llamadas cámaras de eco donde las personas solo interactúan con quienes piensan como ellas. El sentimiento po- larizador está también presente en las redes sociales que tratan cuestiones propias de nuestra localidad, donde a menudola crispación transforma opi- niones en ataques, donde el ruido del insulto ahoga cualquier intento de com- prensión o diálogo. Este entorno no solo refuerza las creencias previas, sino que fomenta una visión distorsionada del otro: el adver- sario político no es solo alguien que dis- crepa, sino alguien equivocado, incluso peligroso. El odio hacia el contrario y los discursos negativos también empañan las campañas electorales y la presenta- ción de noticias en los medios tradicio- nales. No hay manera de escapar a la polarización en un entorno donde cual- quier fenómeno social o político es una excusa para volver a encender la mecha. Cuando la polarización extrema se instala, las consecuencias son profun- das. Las instituciones democráticas, diseñadas para arbitrar el conflicto y garantizar la representación plural, se ven debilitadas. En un contexto pola- rizado, las instituciones son percibi- das como instrumentos al servicio de una rama ideológica, lo que erosiona la confianza pública en ellas. El par- lamento, los tribunales, e incluso los procesos electorales, se convierten en campos de batalla donde todo es sus- ceptible de poner en entredicho. Una de las consecuencias más im- portantes de esta polarización es la fractura del tejido social. Las demo- cracias no solo se sostienen en institu- ciones formales, su vitalidad depende de una ciudadanía que valore la empa- tía, el respeto mutuo y la disposición a coexistir con quienes piensan diferen- te. La polarización se instala también en la manera en la percibimos a los votantes de otros partidos (polariza- ción afectiva), y nuestra distancia con los simpatizantes de ideas contrarias es cada vez más y más amplia.Diver- sos estudios, muestran que la ideología política determina, cada vez en mayor medida, las amistades o incluso las personas que elegimos como pareja. ¿Por qué me enfada tanto la política? El síndrome del ciudadano polarizado “El desafío de enfrentar la polarización es monumental, pero no insuperable. Requiere, en primer lugar, de liderazgos políticos y sociales que prioricen la construcción de puentes sobre la explotación de las divisiones”.
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