GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 305

Gaceta de La Solana 4 El Tema A urelio M aroto L a cuna de Don Quijote es un asunto largamente debatido. Abundan los estudios que la re- claman, todos con argumentos más o menos potentes. Argamasilla, Infantes, Alcázar, Mota… No olvidemos que se trata de una novela y de un personaje ficticio -sin perjuicio de que pudiera estar inspirado en alguien real, como sostienen algunos-, pero Don Quijote es tan universal, tan mediático y tan poderoso en la cultura popular, que arrogarse su origen es altamente goloso. Pues bien, aunque La Solana no apare- ce ni por asomo en la inmortal obra de Cervantes, GACETA revela un estudio que fija nuestro pueblo como la verda- dera patria chica del Ingenioso Hidalgo. Sí, ya sabemos que muchos se echa- rán las manos a la cabeza. Es lógico. Sin embargo, conviene analizar la inves- tigación de José Antonio Hernández Talens, y hacerlo sin prejuicios previos. Nacido en Alicante hace 58 años y con residencia en Jávea, el autor de El lugar de Don Quijote en La Mancha no tiene vinculación con La Solana, de modo que no está ‘contaminado’ por una de- terminada afinidad. Historiador por vocación, ha publicado La Atlántida y el diluvio que brotó de sus cenizas , “una inmersión en las procelosas aguas del pasado olvidado para intentar demos- trar la veracidad de hechos y lugares que en teoría no son más que leyenda”, nos dice. También ha publicado La le- yenda de las almas cautivas , una novela que trata sobre un apocalipsis zombi. “Ambos libros han desfilado con infini- ta más pena que gloria por el panorama literario español”, admite en un alarde de anti-ego. Cuando nos envió su estudio –que GACETA publicará íntegro en el próxi- mo número-, lo primero fue ponerlo en solfa. ¿La Solana?, no puede ser… Pero basta leerlo con atención, con todo el espíritu crítico que exige, pero sin tabús, para comprobar su dimensión acadé- mica. De momento, ahí va la entrevista que le hemos hecho, a la que añadimos un artículo de nuestro Cronista Oficial de la Villa. Por razones obvias, merece la pena ahondar en el asunto. En primer lugar, ¿por qué estás tan convencido de que Don Quijote tenía ‘patria chica’? Por experiencia propia sé que cuan- do escribes una historia, por fantasiosa que sea, necesariamente tienes que te- ner en la mente un marco fijo del terri- torio, los protagonistas y el tiempo, ya que en caso contrario los gazapos se- rían continuos (y ya te digo que aun así siempre se te escapa alguno; parece que tengan vida propia). Ahí va la gran pregunta, ¿por qué La Solana? No ha sido algo premeditado, que conste. Todo empezó el año pasado, cuando volví a leer el Quijote y la cu- riosidad me llevó a visitar un buen pu- ñado de páginas de internet para aclarar dudas y demás. Al principio no pensaba en ningún lugar, pero poco a poco, so- bre todo gracias a los mapas de la época de Cervantes, empezó a destacar con luz propia La Solana. Y esta luz creció y creció, y eclipsó al resto. Y ahí germinó mi estudio sobre el lugar de Don Quijo- te, exactamente cuando La Solana que- dó como única candidata. Dices que el cerro de San Antón es tu baza fundamental. Explícate. Amis ojos se convierte en la pista fun- damental. Los datos que nos da Cervantes sobre el lugar de Don Quijote son pocos y escuetos, pero éste es nítido desde mi punto de vista. Dice que amo y criado, en su regreso definitivo al hogar, “subieron una cuesta arriba, desde la cual descu- brieron su aldea”, y que finalmente “baja- ron de la cuesta y se fueron a su pueblo”. Es decir, que una elevación de cierto porte que había que superar cerraba la entrada a esta población por su extremo oeste. Y resulta que para llegar hasta La Solana por el antiguo camino de Manzanares, necesariamente tuvieron que ascender el Cerro de San Antón para contemplar su lugar, y después descenderlo para llegar hasta él, lo que concuerda con total exac- titud con el relato cervantino. Incluso especulas dónde estaría la casa de Don Quijote en el pueblo, no sin una razón que lo explique. ¿Cuál, exactamente? Sí, en el extremo norte del pueblo, con la puerta de la caballeriza abierta a los campos. Por la sencilla razón de que en sus tres salidas toma esa dirección, siendo todavía de noche sin ser descu- bierto por ningún paisano. Es cosa harto difícil si tuviera que atravesar sus calles: los calores estivales dificultan el sueño a mucha gente, y en una época libre de la actual contaminación acústica resul- taría muy llamativo el sonido de un ji- nete a una hora tan intempestiva, lo que atraería más de una mirada furtiva. In- cluso hasta sería posible que Cervantes La Solana, ¿cuna de Don Quijote? José Antonio Hernández Talens completa una investigación que sitúa a nuestra ciudad como patria chica del Ingenioso Hidalgo. Se basa en las distancias kilométricas que recorrió, los trazados de los caminos indicados en la novela y ¡el cerro de San Antón! “Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual descubrieron su aldea”, escribe Cervantes. Su deducción es rotunda. José Antonio Hernández Talens.

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