LaSolana_N303_Diciembre2023

Gaceta de La Solana 77 Caminar y Contar terminar la jornada, pues lo nuestro, a veces, era de sesión continua. Podíamos tirarnos tres o cuatro horas jugando, no importaban restos de animalitos, ni pie- dras de punta, ni que lloviera, o hiciera un sol de espanto, ni que te estamparas contra el duro terreno, o contra la pared de la fábrica de tejas, que nos pasaba, pero nada impedía aquellos encuentros “heroicos”, sin árbitro, con zapatos “Gori- la”, zapatos de crepé, o unas simples zapa- tillas de verano que en muchas ocasiones salían volando. ¿Y el balón? No se sabe quién tenía un balón, el caso es que siem- pre había alguien que lo llevaba. De goma, naturalmente, que a veces teníamos que ir a por él justo al señor de la trilla, más aba- jo, o al señor que, bajo su chozo, vendía habas tiernas, más arriba. De paso, le pe- díamos probarlas. Muy ricas. Y así eran los días del pasado, daban de sí, y para casi todo. Las eras, sin duda, eran la continuación de tantos juegos en las calles y el imitar a los jugadores de entonces; unos, querían ser Amancio, otros, Pirri, Gárate, o portero como Be- tancort. Como no se nos ocurría a nadie llevar una botella de agua, confiábamos en otro buen señor, ya amigo, que tra- bajaba en la tejera y tenía un botijo muy hermoso…Nos decía muy amablemen- te: “Bebed que hace calor, ahora traigo otro”. Ah, como tampoco llevábamos merienda cuando hacíamos un descan- so, que no solíamos, nos acercábamos a ver cómo estaban ya las espigas. Buen año otra vez para el trigo. Lo que no pensábamos es que ahí, en las eras benditas de Santa Ana, tierra de labor, de juegos de niñez, de recogi- da del célebre azafrán, se alzarían hoy grandes complejos deportivos, cómo- das viviendas y un esplendoroso teatro. Ancha es La Solana. Luis Miguel García de Mora Imagen antigua de las eras de Santa Ana.

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