GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 302

Gaceta de La Solana 11 Semana de la Zarzuela grandes profesionales para progresar en el plano interpretativo y aquilatar los niveles artísticos y musicales. Ma- ría Dolores Travesedo abrió la puerta a Milagros Martín y Ricardo Muñiz, entre otros. “La comunión con ellos es muy agradable porque valoran mucho lo que hacemos, sabiendo que nos falta formación y recursos”. “Ninguno se ha portado como un divo, siempre se han adaptado a lo que nosotros podemos dar”. Las diferencias entre la primera representación de La rosa del azafrán, en 1988 , y la última, “son muy palpa- bles”, recalca Velacoracho. Las jornadas escolares no crean cantera Aun así, en ese progreso también hay carencias tangibles. Todas las vo- ces del coro femenino son de La Sola- na, pero solo quedan dos solaneros en el coro masculino. “No hay paridad y cuesta mucho encontrar hombres, algo que ocurre en las artes escénicas en general”. Las Jornadas Escolares tam- poco han dado los frutos deseados y no facilitan la regeneración, reconoce abiertamente. “Han pasado por aquí miles de niños en más de treinta años y no ha servido para crear cantera”. “No solo para la ACAZ, sino que tampoco acuden después como espectadores”. Dice que hay un dato demoledor que lo corrobora: “El 85 por ciento de la gente que asiste al festival es de fuera”. “Si no fuese por las asociaciones que vienen, la Semana de la Zarzuela se quedaría en una representación anual que incluso costaría llenar con público local”. Ad- mite que después de traer las mejores producciones y cantantes “da mucha desazón ver que no hemos calado en la sociedad solanera”. También llama la atención que mu- chos espectadores autóctonos hayan visto sólo y exclusivamente un título concreto de los enésimos representados. “Hay gente que va a ver ‘La rosa del aza- frán’ como si fuera un ritual. Algunos la han visto cuarenta veces, y es respeta- ble, pero deberían abrirse a otras obras que son iguales o incluso mejores”. Al menos, se ha cultivado una consolida- da educación zarzuelera en la localidad. “Los niños y niñas saben qué es la zar- zuela y podrían enumerar varios títu- los, cosa que no ocurre en ningún sitio. Tenemos cultura de zarzuela, otra cosa es que la gente prefiera el fútbol, pasear, etc, en vez de ir al teatro”. Zarzuguiñol, zarzuela con guiñoles y muñecos,tam- bién ha sido un gran acierto para acer- car el género a los más pequeños. La Solana, sinónimo de zarzuela Lo que nadie puede negar es que cuarenta años con la lírica como máxi- mo exponente han convertido a nuestra localidad en punto de referencia nacio- nal. “La gente identifica La Solana con la zarzuela”. “En ningún otro lugar de España se representan cuatro títulos en una semana, ni siquiera en Madrid”. Afirma que todas las compañías quie- ren venir, lo que augura proyección al festival. Tras los monopolios de gru- pos como el de Antonio Amengual o Musiarte, ahora concurren otras com- pañías, aportando distintas formas de entender una puesta en escena y más versatilidad y esplendor al festival lírico. La Semana de la Zarzuela es algo insólito, que sólo ocurre aquí. Tras cua- renta años de andadura ininterrumpida, el futuro es tan halagüeño a corto plazo como incierto dentro de unos años. “Te- nemos la obligación de seguir fomen- tando el género lírico, aunque reconoz- co que el público no se renueva y quién sabe qué pasará de aquí a unas décadas con la zarzuela”, “o con los toros”, otra de sus pasiones. La ilusión, como la esperanza, no se pierde. “Mientras continuemos siendo referentes y casi únicos, podremos mantener viva esta iniciativa”, sentenció. Un género caro, pero necesario Un asunto clave es la financiación. La Semana de la Zarzuela sería simple- mente inviable sin el apoyo institucio- nal. La sinergia de administraciones públicas, y también empresas, sostie- nen el ciclo. La aportación económica del Ministerio de Cultura es vital. “De todas las subvenciones que otorga el INAEM, la más alta viene a La Solana, un reconocimiento al nivel y la calidad de lo que hacemos aquí, y al alcance de todos”. Como ejemplo, una entra- da en el Tomás Barrera para La rosa del azafrán cuesta 17 euros, mientras que esa misma entrada en el teatro de la Zarzuela (que es público) llega a los 60 euros, y en el Teatro Real (que no es público, sino fundación), puede al- canzar los 360 euros. “Conste que ha- blamos de las mismas compañías y con los mismos solistas”. Cada representación vale mucho di- nero, y aunque no se financie solo con el público, su asistencia es vital. Por eso, después de cada ciclo, hablan con las asociaciones participantes para saber sus inquietudes. “Nos adaptamos a lo que nos piden y lo tenemos en cuenta a la hora de programar el siguiente año”. Sin embargo, tal vez lo más importan- te es que ningún género representa la esencia del costumbrismo español y de todas sus regiones como la zarzuela. Solo por eso, merece la pena cuidarlo, promocionarlo, y por supuesto, pagarlo. Y tenemos la suerte de que los títulos más emblemáticos del género han pasa- do por La Solana, y la ACAZ ha pues- to en escena casi una decena de obras. Un desafío enorme que siempre hemos elogiado, y seguimos elogiando. El directivo de la ACAZ reclama más asistencia del público solanero a las actuaciones.

RkJQdWJsaXNoZXIy NTEwODM=