GACETA DE LA SOLANA 301

Gaceta de La Solana 8 Ha sido Noticia A urelio M aroto L uis Miguel García de Mora Re- guillo es un contador de cosas. Un relator de acontecimientos, de eventos, y del acontecer consuetudinario de nuestros pueblos. A menudo, amigo de poner en el mapa las cosas pequeñas, aquellas que escriben la vida anónima. Es un trovador sin rima, capaz de na- rrar con el lenguaje más sencillo, ese que todo el mundo entiende. Así lo demues- tra cada bimestre como colaborador ha- bitual de GACETA, gracias a su sección Caminar y contar . Un privilegio. El pasado 21 de julio fue el prego- nero de la Feria y Fiestas de Santiago y Santa Ana. “Cuando me llamaron, me quedé sorprendido, pero me gustó mu- cho”, reconoció en declaraciones a esta revista. “Me he perdido muchas ferias y muchas cosas de mi pueblo, que tanto está avanzando”. “La feria de La Solana siempre ha sido importante, comparada con las mejores de la provincia”. Faltaban pocos minutos para comen- zar su pregón y no ocultaba su mezcla de satisfacción y nostalgia. “Me hubie- ra gustado que estuviera mucha gente que ha hecho cosas por La Solana, en- tre ellos mi padre”. “Me hubiera dicho: ponte bien la corbata y sé natural”. A fe que lo fue. Inundó el escenario del au- ditorio ‘Tomás Barrera’ con su particu- lar narrativa, su singular estilo y, sobre todo, su proverbial espontaneidad. Tan- ta, que más de una vez se dispersó hacia otros derroteros durante su relato. De lo contrario, no hubiera sido él. En veinti- nueve minutos de pregón, no resumió las vivencias particulares en sus ferias de niñez, sino que dibujó las de otros. Y es que un buen periodista se preocupa por describir la vida de los demás, no la suya. Por eso habló de los herreros, de los comerciantes o de los segado- res que “echaban el cierre” en aquellas ferias de antaño, o de aquellas muje- res que “enjabelgaban” sus fachadas, o de aquellos circos que deslumbraban al más pintado… Y, cómo no, aludió a los solaneros del éxodo, emigrantes como él, que un día abandonaron su patria chica en busca de otros destinos, de una nueva vida. “Cuántos recuerdos, despedidas, abra- zos, adioses, con el pañuelo en la mano, quedaron en el Cristo del Amor, donde La Sepulvedana, la pava de siempre, fue escribiendo un libro de viajes”. Si alguien sobrevoló más que nadie el Tomás Barrera aquella tarde fue su padre, Miguel García de Mora Gallego. “Una vez escribió en un programa de feria del año 1947 donde decía: ’Ven- gan a La Solana, forasteros’; y muchos vinieron”. Ha sido, y sigue siendo, su mejor inspiración. “Yo estudiaba al lado de la mesa donde él escribía, y lo recuerdo escribiendo y escribiendo”. “Y de pronto me decía ‘¡Luis Miguel, ve a llevar este sobre con la crónica a correos!’”. “Mis tíos Pedro y Acisclo venían de la fragua y le preguntaban, ¿Miguel, qué has escrito hoy?” Un buen día, en el recordado Inma Park, un joven Luis Miguel pasó al came- rino de Antonio Machín, minutos antes de actuar. “Me vio con un bolígrafo y me dijo: ‘no me gustan los periodistas tan jó- venes’. Le respondí que solo quería escribir un poco de las cosas de la feria”. Lo dicho, poner a su pueblo en el mapa. Cuarenta y siete años después, la pluma de “Lumigar- mo” sigue tan fértil como siempre. “Cuando salgo de La Solana, me voy llorando” Luis Miguel García de Mora durante su pregón fe feria. El pregonero cortó la cinta inaugural de la feria junto a la alcaldesa.

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