GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 298

Gaceta de La Solana 46 Colaboraciones E scribió el poeta Juan Ramón Jiménez una car- ta el 4 de octubre de 1920 al pintor y editor manchego Gabriel García Maroto (La Solana, 1889-Ciudad de México, 1969) en la que decía: Mi querido amigo: le mando ¡eso!, como modelo de ta- maño para En la rama del verde limón; y otras cuatro canciones. Voy a dedicar el libro a su hija, la mudita, así: “Voz para sus ojos”. El solanero le respondió emocionado a esta misi- va: Querido Juan Ramón: tan sólo faltaba su carta de hoy, amigo mío, para acabar de hacer mi alma de us- ted. Sus líneas, exactas, me trajeron agradecimiento hasta la congoja y el llanto. Mi Sarita, mi hijita boni- ta, mi amorín, tiene el amor, el esfuerzo, y el aliento de usted. ¡Qué gusto! Gracias sin medida. Hoy de us- ted más que nunca su amigo. Gabriel García Maroto. (Cartas que se encuentran en la Casa Museo Zeno- bia-Juan Ramón Jiménez) Sarita era la segunda hija de Gabriel y Amelia, había nacido en Madrid en 1918 y cuando se dieron cuenta que había nacido sorda, empezaron la bús- queda de médicos y educadores para poder tratar este problema auditivo. En octubre de 1919, mientras residían en Frama (Cantabria) en la casa familiar de Amelia, fueron a Madrid para consultar a especialistas y al año siguiente viajaron a París, a casa de la madre de Amelia, en busca de nuevos tratamientos, aunque los diagnósticos fueron poco esperanzadores. En 1922, García Maroto, aprovechando el viaje que hizo a Berlín para estudiar las nuevas vías es- téticas aplicables a la tipografía y el arte plástico, se informó sobre las nuevas prácticas educativas para niños con problemas de sordera. Ese mismo año, el 27 de noviembre de 1922, nació su hijo José María, también sordo. Cuando Sarita tenía siete años, a instancia del peda- gogo Manuel Bartolomé Cossío, García Maroto llevó a su hija a un colegio de religiosas en Deusto, Bilbao, de- dicado a la enseñanza de niños sordos. Sobre el inter- namiento de su hija en el colegio de Deusto, escribió: “nuestra Sara entró un invierno como una flor y salió un otoño convertida en suspiro triste”. En 1928 el pintor solanero y su familia se insta- laron en México. En 1929 sus hijos, Gabriel y Sara, ingresaron en la Escuela de Pintura al Aire Libre de Tlalpan, dirigida por Francisco Díaz de León y asimismo, en 1931 el pequeño José María empezó a estudiar en ella. Sara estudió también durante una temporada en la Escuela Nacional de Sordomudos, situada en la calle Mixcalco de la capital mexicana. Amelia y sus tres hijos regresaron a España en 1933 España al servicio de sus sordomudos. Ilustración de Maroto. Voz para sus ojos. Al servicio de los sordomudos instalándose en La Solana, en la casa familiar de la calle Rodado. García Maroto se quedó en Méxi- co investigando sobre pedagogía infantil dirigida al sordomudo, ba- sándose en las prácticas de la Es- cuela Nacional de Sordomudos en la que había estudiado su hija. Regresó en marzo de 1934 a Es- paña, reuniéndose con su mujer y sus tres hijos que estaban viviendo en La Solana. Se trasladaron a vivir a Madrid, donde fundó “Imagen. La Casa Escuela del Sordomudo” en la calle Eraso, 18, en el barrio madrileño de La Guindalera. El centro acogió a doce alum- nos sordomudos, atendidos por Gabriel y su esposa Amelia, hasta que falleció (26 de noviembre de 1934) y ayudados en las tareas de administración, biblioteca, costu- ra y jardinería por sus hijos Ga- briel, Sara y José María, este últi- mo también alumno de la escuela. García Maroto basó su méto- do de enseñanza en los principios pedagógicos del suizo Ferriere y de los belgas Decroly y Herlin, así como en los conocimientos adqui- ridos en la anteriormente citada Escuela Nacional de Sordomu- dos de México. Una de las ideas del centro educativo Imagen era orientar a cada alumno en la pro- fesión adecuada a su capacidad. En 1935 García Maroto pu- blicó el libro Al Servicio de los Sordomudos: Cómo se enseña. Nuevas maneras de enseñar. Una actitud social-educativa (ejemplar en Biblioteca AECID) en el que abogaba por la creación de escue- las-hogar del sordomudo unido a un plan de enseñanza especiali- zada para personas sordas con la intervención del Estado. Opinaba que los centros existentes de sor- domudos no eran adecuados al no tener planteada eficazmente la educación de estos alumnos. El ideario que promovía la es- cuela que fundó se basaba en estos principios: Contra la enseñanza en rebaño, enseñanza individualiza- da. Contra la escuela cuartelaría, la escuela-hogar. Contra el silen- cio editorial, publicaciones abun- dantes acerca de los sordomudos. Contra el profesor burocratizado y sin fe, el maestro ardoroso, humil- de y de profundo sentimiento de su delicada misión. El proyecto pedagógico Ima- gen. La Casa Escuela del Sordo- mudo cosechó muy buenas críti- cas, entre ellas, las del director y profesor del Colegio Nacional de Sordomudos de Madrid, Jacobo Orellana y la profesora del mis- mo colegio, María Luisa Navarro Margati (actualmente existe con su nombre un colegio de educación especial en Valdepeñas). También alabaron el proyec- to, entre otros, el escritor Manuel Abril que en el artículo El mundo en la mirada. La Casa-Escuela para

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