GACETA DE LA SOLANA NÚMERO NÚMERO 296

Gaceta de La Solana 25 Reportaje “Me sentía perdido” Cuando tocó suelo español, se pre- guntó lo mismo que la mayoría: y aho- ra, qué. “Me sentía perdido, ni siquie- ra sabía subir al metro”. Una especie de Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí. Una amiga de su madre le dio cama unos días mientras bus- caba trabajo en bares, en restaurantes, en obras, en Mercamadrid... “No te- nía ni carné de conducir”. Por fin, en- contró acomodo en una empresa que montaba plazas de toros portátiles. Un empleo precario y de temporada, aunque empleo al fin y al cabo. “No olvidaré mi primer sueldo, ¡7.000 pe- setas!”. Para su lógica, esos 42 míseros euros suponían mucho, sobre todo la sensación de sentirse útil. Y probable- mente utilizado. Vendimia, aceituna, poda… Pero en septiembre terminaba la campaña taurina y el tiempo corría. Como tantos otros inmigrantes, te- nía un visado para 3 meses como tu- rista. Había que darse prisa y alguien le habló de la vendimia. “No tenía ni idea de lo que era eso”, admite. El 19 de septiembre de 2000 llegó por pri- mera vez a La Solana, recién pasado el Ofrecimiento. Se puso a vendimiar con Rufino Rodríguez-Brusco. “Estu- ve cuarenta días y después seguí en la poda, en la aceituna y demás”. “Rufino me dio trabajo y se interesó por mi si- tuación; siempre le estaré agradecido”. Sin embargo, Wilson agotó su visado y se convirtió en inmigrante ‘irregular’, por no decir ilegal. No era el único. Entonces apareció la inesperada ayu- da de Ramón Palomo, el hombre que le prestó los 750 euros para traerse a Gloria, que también vino con visado de turista. Finalmente, Wilson firmó un contrato de trabajo con Rufino y pudo regularizar su situación legal en España. Su novia, entre tanto, trabaja- ba cuidando niños o haciendo limpie- za. O sea, buscándose la vida. Diecinueve años en ‘La finca’ En La Solana fueron echando raí- ces y ‘sacando el cuello’, no sin difi- cultades. Mientras él seguía en labo- res agrícolas, su novia fue contratada en La Pajarita. En 2002 abrieron un disco-bar en la calle Federico Rome- ro, ‘Magia Latina’, aunque la magia duró poco. El año siguiente, 2003, resultaría clave. Wilson consiguió trabajo en Explotaciones Puerto Va- llehermoso (PUVASA), lo que aquí siempre hemos conocido como ‘La finca’ de Barreiros. “Empecé de cero; llegué el primer día sin saber nada y aprendí poco a poco”, recuerda. Diecinueve años después, allí sigue, aunque ahora como uno de los en- cargados de la ganadería bovina de la explotación. Desde entonces, Wilson y Gloria han ido creciendo en todos los sen- tidos. En 2005 contrajeron matri- monio. “Nos casó el alcalde [Diego García-Abadillo] y tuvimos cuarenta invitados”. Con el tiempo se han com- prado una casa, con su correspon- diente hipoteca, después un piso, y gozan de una estabilidad equiparable a la de tantas familias solaneras. “Re- conozco que no nos ha ido mal”, dice, aunque subraya cuáles han sido las claves: “Ilusión, ganas de superación y paciencia, así puedes lograr la meta que buscas”. “La mía era prosperar y tener mi propia casa, y ya lo tengo”. Este verano han podido viajar a Ecuador y estar allí un mes comple- to. Han sido días de emociones y de reencuentros. También de comprobar la cruda realidad. “La cosa está muy mal; tuvimos un cambio entre 2012 y 2017, con nuevas infraestructuras, mejores carreteras, incluso no se iba la luz, pero ha vuelto a subir la delin- cuencia un ochenta por ciento y todo ha empeorado”. Aun así, Wilson tiene claro dónde quiere terminar sus días. En su tierra. “Es difícil aventurarse porque todo cambia, pero en condi- ciones normales esperaremos a nues- tra jubilación para regresar a Ecua- dor”. El tiempo irá diciendo. El éxodo ecuatoriano marcó los primeros años de llegada masiva de inmigrantes a La Solana. Fueron ma- yoría durante algún tiempo en cuan- to a inmigración latina se refiere. El paso del tiempo ha ido reduciendo su presencia en favor de gentes de Bo- livia, que ahora suponen el 15,2 por ciento del total de extranjeros en la lo- calidad, solo superados por súbditos rumanos con el 35,2 por ciento (INE, 2021). La colonia ecuatoriana apenas llega al 7,1 por ciento. Wilson y Gloria resisten en el pue- blo que los acogieron, que los enten- dieron y en el que ya son dos más. No falta los que llegan y buscan orienta- ción. “Siempre les digo lo mismo: tra- baja, ahorra, y sobre todo, no te metas en problemas”. Sabios consejos. Wilson y Gloria llevan dos décadas en La Solana.

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