GACETA DE LA SOLANA NÚMERO 295

Gaceta de La Solana 47 Colaboraciones P arece mentira que hayan pasado dos años. Llevaba apenas un mes orde- nado diácono cuando, por fin, me dieron fecha para mi ordenación como sa- cerdote. ¡Qué mezcla de sensaciones! Por un lado, alegría desbordante por el com- promiso que iba a asumir; y por otro, cierta inquietud por el futuro próximo, pues no sabía qué era eso de ser sacerdote ni si es- taría bien donde me enviasen. Ahora, miro hacia atrás y solo puedo decir: ¡Gracias! Gracias, en primer lugar, a Dios, razón de mi vida y de quien estoy profundamente enamorado. Él me ha cogido de la mano y me ha sostenido en mis torpes primeros pasos como sacerdote. He sido testigo pri- vilegiado de cómo sigue saliendo al paso de la gente, haciéndose el encontradizo para quien lo busca. Le doy gracias porque en este tiempo le he visto caminar junto a su pueblo, sanando nuestras heridas y dándonos fe y esperanza en su amor apa- sionado por nosotros. Que sea Él quien me guíe y me sostenga siempre. Y también gracias por vosotros. Lo que he aprendido siendo sacerdote lo he hecho junto a vosotros. He aprendido a entregar mi vida con alegría al servicio de Dios y de la comunidad; y todo, con el único objetivo de daros a conocer que Cristo vive y que sigue llamándonos para que lo sigamos. Desde el primer momento me hicisteis muy fácil estar aquí, pues me sentí acogido nada más llegar. Querría agradecer, especialmente, a la comunidad cristiana su generosidad y su paciencia con este cura recién ordenado. Por esto –y por otras muchas cosas– os estoy profundamente agradecido y os llevo conmigo allá donde el Señor me vaya en- viando. Gracias de corazón. Me gustaría, por último, dar también gracias a Dios por don Benjamín y por don Jesús. Pero especialmente por don Jesús, mi compañero en la Unidad de Acción Pastoral. Ha sido una gracia especial com- partir vida y misión con él, pues de él he aprendido mucho sobre el oficio de pastor y sobre el servicio a las comunidades. Gra- cias por todo lo que pacientemente me has enseñado, Jesús, por tanto como hemos reído y por tanto por lo que hemos luchado. Que el Señor os bendiga y os guarde a todos. ¡Muchas gracias y hasta la vista! Francisco Javier García de León Solo puedo decir: ¡Gracias!

RkJQdWJsaXNoZXIy NTEwODM=