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Gaceta de La Solana 35 Nuestra historia C oncepción M oya G arcía y C arlos F ernán - dez -P acheco S ánchez -G il L a historia del origen de “bailar o correr” la bandera durante la pro- cesión de la Virgen de Peñarroya es conocida y se mantiene en la memo- ria de los vecinos, siendo transmitida de una generación a otra por las familias que lo realizan. Según algunas informa- ciones, esta tradición vendría desde el momento en que un vecino cayó a una noria, y al sobrevivir ofreció una ban- dera a la Virgen de Peñarroya, que fue pujada por Agustín Romero de Ávila, el cual comenzó con dicha tradición. En un artículo publicado en La Gaceta en 2014, se sitúa el suceso sobre 1879 o 1880, y estaría protagonizado por Ju- Breves apuntes sobre el origen del “Baile de las Banderas” y el culto a la Virgen de Peñarroya lián Delgado Castaño 1 . No era la pri- mera vez que se citaba este hecho en la prensa, pues en los años treinta del siglo pasado, Carmen Velacoracho, escritora y periodista nacida en La Solana, narra en un periódico nacional cómo un mu- chacho conocido como “El Nano, juga- ba la bandera” durante la procesión de la Virgen, y que esa tradición procedía de un niño que se salvó milagrosamente al caer en una noria 2 . Por otro lado, encontramos un hecho acaecido en 1847 y que tuvo gran reper- cusión, hasta el punto de aparecer en tres periódicos de Madrid relatando lo sucedido en una noria en La Solana. No aparecen los nombres de las personas afectadas ni se establece una relación directa entre el suceso y el ofrecimien- to de la bandera, pero resulta revelador que un accidente similar sea explicado con todo lujo de detalles en la prensa madrileña, recalcando varias veces la importancia de la devoción a la Virgen de Peñarroya, y cómo gracias a ella se produjo un salvamento ‘milagroso’. El 18 de septiembre de 1847, el padre de una “honrada y laboriosa familia” que poseía una pequeña huerta con la que aseguraba su sustento, tenía que limpiar la noria con la que la regaba, del fan- go que obstruía la entrada del agua. El pozo tenía una profundidad de trece va- ras (10,86 metros), y al ser estrecho y de difícil acceso, decidió que fuera su hijo quien realizara la limpieza, marchando hacia el lugar nada más amanecer. Al poco de comenzar la faena, se pro- Bailando la bandera frente a la Patrona 1 Gaceta de La Solana nº 144, enero-febrero de 2014, p. 39 y nº 111, septiembre de 1992, p. 36. 2 Realidades, 16 de septiembre de 1933.

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