GACETA DE LA SOLANA 279

Gaceta de La Solana 62 Caminar y contar A quella tarde en Alcalá, con tanta actividad siempre, libros incluidos, la vamos a recordar toda la vida por lo que sucedió en la librería Notting Hill durante la pre- sentación del nuevo poemario de una mujer muy conocida, Mariana Romero Nieva. Sus “Versos en la niebla”, título atractivo, melancólico y acertado, se convirtieron en un gran canto, alegre y profundo, a un niño con autismo, naci- do en Gandía, llamado David Martínez Navas. Recitaba sus bellos y sencillos versos la poeta manchega hablando de sueños, abrazos, soledades o no- ches junto a la lumbre, como sólo ella sabe hacerlo, cuando nos sorprendía mostrándonos unos dibujos llenos de ternura, tanta, por donde asomaban personajes y cosas… Un momento maravilloso, insólito, que nos puso un nudo en el corazón porque David estaba allí con todos en un vídeo que enviaron sus padres, Tomás y Joanna, a Mariana que, dicho sea de paso, se conocieron por ese invento tan bueno que es Internet. Ambas familias proceden de ese pueblo tan incomparable como es San Carlos del Valle, el de la Plaza Mayor que con- serva el sabor de la época de Carlos III y adonde vuelven en fiestas por septiem- bre, con David mirando por todos lados saboreando el primoroso paisaje de La Mancha, La Solana incluida. Bien, y ya conocimos un poquito a este pequeño geniecillo que, además de ha- cer dibujos (nos contaba su madre que es el primero de la Comunidad Valen- ciana que participa en un libro) de mo- linos, un señor mayor con un candil por una casa, un baúl lleno de juguetes, o la autora, Mariana, escribiendo, sabe leer y escribir, monta en bicicleta, va a clase de música, ayuda a su madre a cocinar, sabe nadar… Y lo que le queda. Pero Joanna, su voz, su lucha, su gran es- peranza, se le adivina al hablar, al escribir, pues Mariana, tan buena, nos puso en contacto con Gandía, que no conocemos aún, pero puede que algún día paremos por allí. La madre de David dejó su tra- bajo, su tiempo, su vida casi, el día que les dieron la mala noticia: el niño tenía autis- mo y se les vino el mundo abajo. Para col- mo, su cuerpecito se fue al suelo y se hizo un esguince en la cadera, ¡mecachis!, pero nunca perdió –perdieron– su sonrisa. Al contrario, le dio fuerzas. Bravo. Dice Joanna que los ha hecho mejores perso- nas, más humanos y más comprensivos. Ahora, con 9 años, David, un gigante ya, es feliz. Y juega, claro. Va a un colegio ordinario, al comedor, a extraescolares, le gustan las matemáticas, tiene maes- tros como sus padres en casa, y buenos docentes en la clase. Y seguirán luchan- do. David es un ejemplo de superación. El mundo es suyo y puede que se haya ganado su copa particular… Hasta la otra, la de fútbol nada menos, la tocó y acarició el día que Manuel Cáceres Ar- tesero, conocido como Manolo “el del bombo”, manchego como sus abuelos maternos, quiso tener ese gran gesto con él. Y ahora, también el pequeño gran David está ya en un libro. Gracias, Mariana, tus versos llevan felicidad, además de molinos y baúles queridos. Luis Miguel García de Mora DE UNA POETA MANCHEGA Y UN NIÑO DE GANDÍA CAMINAR Y CONTAR D Avid en el bar de manolo

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