GACETA DE LA SOLANA Nº276

Gaceta de La Solana 102 Nuestra Historia L a muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, dio lugar a un largo conflicto sucesorio al ha- berse publicado poco antes la Pragmáti- ca Sanción, que recuperaba la ancestral tradición de la monarquía española, que permitía el acceso de las mujeres al tro- no, abolida por la Ley Sálica de Felipe V, en mayo de 1713. Ello dio preferencia al trono a su hija Isabel, apoyada por los liberales, en detrimento de su hermano, Carlos María Isidro, que contaba con la adhesión de los absolutistas. Se inició así un largo proceso de gue- rras civiles, sucediéndose periodos de lucha con otros de paz. Conocidas como guerras carlistas, dividieron el país en dos bandos enfrentados con gran cruel- dad. La historiografía tradicional se ha centrado en las regiones donde tuvo ma- yor repercusión (País Vasco, Navarra y Cataluña), pero La Mancha no fue ajena a este sangriento conflicto, siendo nume- rosas las partidas carlistas, que atacaron los pueblos de nuestra provincia, matan- do, saqueando y cortando las comuni- caciones. La primera guerra carlista co- menzó a finales de 1833 y concluyó con la firma del Convenio de Vergara (agosto de 1839), aunque las partidas siguieron actuando hasta el año siguiente. En la memoria de La Solana ha perdurado el recuerdo de esos enfrentamientos con el personaje de Don Generoso en ‘La rosa del azafrán’ o el mote de ‘Cristino’ por el apoyo de los antepasados de algunos ve- cinos a la regente María Cristina, madre de Isabel. En 1834, comenzaron a actuar los car- listas en la zona, informando el 23 de enero el alcalde de Valdepeñas de robos en los caminos de Alhambra, Infantes, Membrilla y La Solana, y del asalto a una diligencia por una partida de 14 hombres, comandada por Manchado y Pellejero de Infantes, el tuerto de Cas- tellar e Ignacio Troya de Villamanrique, que contaba entre sus miembros con vecinos de Membrilla y La Solana. La lucha contra las partidas fue enco- mendada a la Milicia Urbana, que en septiembre de 1835 cambió el nombre por Milicia Nacional. Su alistamiento era voluntario y en La Solana fue no- table, llegando a formarse una unidad de caballería y otra de infantería. A su frente se puso el Conde de Casa Valien- te, Pedro Ignacio Pérez Valiente y Me- rino, con el grado de teniente. Carecía de experiencia militar, pese a lo cual no dudó en encabezar esta fuerza local. A lo largo de 1834 fueron varias las ac- ciones de la milicia de La Solana. El 1 de octubre, al tener noticia el conde de que había varios facciosos en la casa quin- tería de Juan José Guerrero, partió con una fuerza de caballería e infantería. Al llegar, salieron cinco carlistas a caballo en varias direcciones y los milicianos abatieron a tres, mientras otros dos es- caparon hacia la dehesa de la Vega tras abandonar sus caballos. Los muertos eran Luis Utrilla, Francisco García alias ‘el Lerdo’ y un valenciano, cuyos cadá- veres quedaron expuestos al público hasta la caída de la tarde, en que se les dio sepultura. La noche del 20 de octubre se fugaron tres carlistas de la cárcel de Alhambra, asaltando una majada en el Hornillo, donde robaron víveres y algunas reses de los pastores. El alcalde mayor de La Solana avisó al comandante de la mili- cia de infantería, pues el Conde de Casa Valiente se encontraba con la caballería persiguiendo a los carlistas en compa- ñía de la columna mandada por el capi- tán de provinciales de Córdoba, Calixto Vargas. Una fuerza de infantería con varios caballos salió con prontitud al mando del cabo Agustín García Mateos, acom- pañado de José Nieto y Fernando Meri- no, de la misma graduación, quedando el resto de la infantería para proteger los alrededores de la villa. A las diez de la noche llegaron a la majada, recono- ciendo parajes, cortijos y olivares, hasta que vieron una pequeña lumbre en la lejanía. El cabo Mateos dividió las tro- pas en tres secciones para cercar a los fugados, siendo recibidos por una des- carga de los carlistas parapetados en los olivos. Al atacar las tres secciones a la vez, consiguieron abatir a uno conocido como ‘el canastero de Alhambra’, herir a otro (José Ramón Magaña) que fue detenido, mientras que el tercero, Fran- cisco Guerrero Velote, consiguió huir aprovechando la espesura de los olivos y la oscuridad de la noche. En la acción destacó el cabo Tomás Gómez por su valor 1 . El 5 de diciembre de ese mismo año, el conde al frente de una tropa de caba- llería formada por soldados del 3º lige- ro y ‘urbanos’ del partido, dio alcance y muerte en El Bonillo a Nicolás Leal y José Alfaro alias ‘el Santero’, destacados carlistas. Once días después capturó a Alonso Campos “terror de esta parte de la provincia de Albacete” y a Francisco Rubio alias ‘Albaladejo’, los cuales fue- ron fusilados. El noble solanero destacó la eficiencia de sus tropas: “los urbanos de La Solana me dejan complacido des- empeñando su arma de caballería cuan- do puedo desear” y con ellos junto a las tropas del 3º ligero a su mando “prome- Las Guerras Carlistas en La Solana P or C arlos F ernández -P acheco S ánchez -G il y C oncepción M oya G arcía Felix Herrero Valverde, obispo de Orihuela desterrado en La Solana 1.- Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real (BOPCR), 20 de febrero de 1834; Mensajero de las Cortes, 4 de noviembre de 1834; Diario Balear, 7 de noviembre de 1834 y La Revista Española, 8 de noviembre de 1834.

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