Gaceta de La Solana Nº 240 - page 67

Gaceta de La Solana
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Reportaje
María José García de Mateos Gon-
zález, 20 años, es su novia desde la ado-
lescencia. Cursó grado medio de ges-
tión administrativa y marketing. Hizo
prácticas en una empresa solanera de
telefonía móvil y después se quedó de
brazos cruzados. Fue entonces cuan-
do Agustín la animó. Total, para no
hacer nada, mejor cambiar de aires.
Así que hizo el equipaje y se marchó
con él, no sin reticencias en casa “mis
padres pusieron pegas al principio y
no lo veían claro”. Ahora, todo está
en orden “ven que estoy bien y están
tranquilos”.
Aprende alemán en una academia sub-
vencionada por el Ministerio de Inmi-
gración, que ofrece ayudas para enseñar
la lengua germana a extranjeros. Entre
tanto, busca trabajo. Cuando hablamos
con ella, acababa de ser encontrar hue-
co en la cocina de un restaurante, sólo
por las tardes. Es un
minijob
, una forma
de empleo que ocupa a 7,4 millones de
alemanes y a un número creciente de
extranjeros. Con ese trabajo no podrá
ganar más de 450 euros al mes, pero de-
fiende el modelo “es una posibilidad de
aprendizaje y de ganar un dinero para ir
tirando” –afirma-. *
Agustín y María José en Radio Horizonte
Integrados en una
sociedad con pros
y contras
Agustín y María José parecen perfecta-
mente integrados en la sociedad alemana.
A pesar de su extrema juventud y del poco
tiempo que aún llevan en Aquisgrán, ciu-
dad renana fronteriza con Bélgica y Holan-
da, aseguran sentirse bastante cómodos y
asentados “vivimos sin lujos, pero vivimos
bien”. Incluso hacen cierta vida social “que-
damos con amigos alemanes y también con
algunos españoles”.
Salir de cañas no es una constante, desde
luego, pero tampoco una rareza. Viven en
un piso alquilado pero pretenden mudarse
a una zona residencial, fundamentalmente
porque está a tres minutos del trabajo de
Agustín. En bici, por supuesto. Aunque pa-
rezca que la vida en una ciudad alemana de
cierto calibre es inaccesible para muchos
bolsillos, no es exactamente así. Todo de-
pende de por donde te muevas “hay sitios
que puedes comer o cenar algo por 4 eu-
ros”. El transporte público, que destaca por
su puntualidad, es parecido al que puede
haber en Madrid, en calidad y también en
precio.
Sin embargo, Alemania no es ningún paraí-
so. Como tampoco lo es España. Y no sólo
por el clima “deprime un poco el tiempo gris
y tanto llover”. La sanidad, por ejemplo, es
básicamente privada y bastante cara. No
hay universalidad y un ciudadano de a pie
tiene que pasar por el aro de una asegu-
radora “aquí tiene seguro sanitario todo el
mundo”. Hablando de seguros, los de coche
son sencillamente prohibitivos “a mí me
costaría 170 euros al mes con descuento
de la empresa incluido” –dice Agustín-. Y
ni siquiera a todo riesgo. Lo dicho, mejor la
bicicleta.
La comida tampoco es muy allá. Casi todo
es precocinado y domina la carne de cerdo,
el pavo y la pasta. Al menos en Renania del
Norte. Es difícil ver a la gente comer legum-
bres u hortalizas. Por no hablar del jamón o
el aceite de oliva “suelen cocinar con mante-
quilla”. Agustín y María José hacen de vez en
cuando tortilla de patatas, que siempre tiene
éxito. Por cierto, una de las cosas que más
les llamó la atención fue que los recogedores
no tienen palo largo “aunque parezca menti-
ra, barren agachados”. Y, claro, los germanos
tampoco conocen la fregona, ese invento tan
español. De la mopa no pasan. *
a muchos nos pueda parecer. Naturalmente, les
encanta nuestro sol, pero también aprecian otras
cosas “tienen mejor concepto de España que los
propios españoles”.
Y hablando de concepto, no crean que los ale-
manes idolatran a Ángela Merkel, la todopo-
derosa canciller. Mientras que aquí lña vemos
como una mujer resuelta que controla y domi-
na a placer el resto de Europa, en Alemania no
opinan lo mismo “allí piensan que es un títere
de los grupos de poder que la manejan a su
antojo”. Curioso, sin duda. *
Sol y algo más
A la hora de explicar qué concepto tienen allí de
España, está claro que la crisis pasa factura “les
sorprende mucho el nivel de paro”. Ellos, con
apenas un 7% (en parte gracias a los
minijobs
),
no entienden cómo podemos resistir muy por en-
cima del 20%.Agustín y María José admiten que
el alemán tiene alta su autoestima y un puntito
de superioridad nórdica respecto al sur de Euro-
pa, pero que no pasa de ahí “en general son muy
amables con los extranjeros, bastante educados
y se esfuerzan por atenderte”. Es más, el con-
cepto que tienen de España no es tan malo como
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